RECORDANDO
Mujeres hay muchas, tantas que han desafiado al poder de lo establecido, de lo estatuído que resultaría imposible no olvidarse de alguna. Desde las Mártires de Chicago a Romina Tejerina, pasando por Alicia Moreau de Justo y Rachel Corrie. No cabe duda que todas y cada una de ellas han dejado su impronta en este mundo, tanto en sus familias, en sus amigos como en sus actividades.
En este mundo masculinizado, donde la testosterona manda más que la fragancia de un perfume, ellas todavía no han encontrado la definitiva igualdad de oportunidades a pesar de las luchas de cualquier índole que han sabido llevar adelante. Sin embargo, su fortaleza es envidiable mientras lloramos a moco tendido, cada vez que tenemos que enfrentarnos a una enfermedad propia o de algún familiar; su belleza, lo es también porque nos lleva a admirarlas en su fino toque sensual, cada vez que las miramos por la calle o a través de nuestra ventana y su personalidad, a veces avasallante, nos deja chiquitos frente a nuestras actitudes y conductas en este mundo tan caótico. Estas cualidades, de todas maneras, las han llevado a conseguir un lugar que no es nada pequeño, comparado con la Edad Media, pero que todavía deben seguir sosteniendo a fuerza de blandir la espada de la capacidad demostrada a cada instante y en cada lugar en donde desarrollen su actividad.
Hoy, todas las mujeres merecen nuestro homenaje y nuestro recuerdo. Ellas fueron quienes impulsaron las grandes obras de los grandes hombres, a pesar de la oscuridad del segundo plano. Fueron, sin dudas, quienes nos llevan hacia nuestro destino de una u otra forma y sin pensar en el que dirán en esta sociedad machista y sin belleza femenina. Pero son tomadas como simples objetos en lugar de reconocer su propia esencia, tal como nos revelan la televisión y las revistas del corazón, constituyendo una forma más de dominación que aún debe ser desterrada. Sin embargo, desde la Antigüedad, nos han demostrado su valía, su coraje y su entereza para enfrentar las circunstancias de su tiempo. De Juana de Arco a nuestra Azucena Villaflor, podemos advertir que sus vidas son un ejemplo para todos nosotros.
Resulta evidente que nuestra propia visión es insuficiente para comprender la verdadera dimensión de lo femenino salvo, claro está, nuestra admiración por la estética que tan bien saben exhibir. Y lo es, sin dudas, porque nos olvidamos que ellas nos dieron vida, nos dan aliento y nos acompañan en todos los momentos de nuestra vida aunque lo soslayemos...
Son ellas, las que merecen nuestro homenaje, nuestro recuerdo, pero también nuestro respeto. Son tan seres humanos como nosotros; algunas, como Venus encendidas y otras, no tanto; otras tantas, en el medio del barro de la villa o en el grandioso cemento de las ciudades y de las grandes residencias. Pero tienen algo que es imposible de olvidar: su fortaleza, su belleza y su personalidad. Maquilladas o con cara lavada, nos revelan todos los días porque están entre nosotros, pero tenemos que aprender, sin dudas, a decodificar sus mensajes para que, de una buena vez, comencemos a aceptar su verdadera condición de ser humano.
Son todas, no hay excepciones. Todas y cada una de las mujeres que hicieron y hacen historia en la vida de la Humanidad necesitan de su humano complemento: el hombre. La cuestión está en la búsqueda del camino que nos lleve a su encuentro y al reconocimiento de su labor en todas las vueltas de esta vida en este mundo masculinizado y partido en dos para construir otro en el cual podamos decir que ellas y nosotros formamos parte de la especie humana...
FELIZ DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
JAVIER SANZ
08//03/07
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