Luego de largos meses sin intentar escribir una línea, he de hacerlo para continuar el camino iniciado, el circuito virtuoso que lleva al repensar de las situaciones que nos rodean, de las emociones que nos cobijan y de las sensaciones que nos engañan. No será fácil en tiempos violentos y fugaces, donde todo se transforma en sangre y en vientos feroces.
La humanidad atraviesa el gran desafío de seguir siendo humana o dejar de serlo. De seguir con las atrocidades que conocemos o de comenzar a rehacerse en pos de recuperar los sueños e ilusiones para reconstruirla. Nadie duda de la ferocidad instalada por los locos de la guerra, ya sea militar o económica, pero debemos enfrentarla a cada instante y con los medios que tengamos. Tal vez, si somos muchos en este mero intento no hemos de morir en él...
¿Hacia dónde vamos? ¿Hacia la eterna locura de las balas y las bombas? ¿Hacia el mirar todo como irreversible, sin darnos la oportunidad de parar esta locura?. Tres preguntas que necesitan respuestas, que necesitan ser respondidas para repensar nuestro rol y darnos cuenta que debemos intervenir antes que sea tarde.
Estamos yendo hacia la destrucción del mundo, de nuestro hábitat, de nuestra propia esencia a pesar de ser racionales porque dejamos todo en manos de seres execrables que, desde hace tiempo, no merecen formar parte de la humanidad. Y esto debemos tenerlo en cuenta, sin dudas, para repensar nuestras acciones y nuestra vida. Las guerras interminables, el hambre que acecha a cada instante a niños, niñas y ancianos, al igual que la paulatina degradación del medioambiente en aras de un capital voraz e insaciable, necesitan que actuemos de inmediato pues nos estamos quedando sin nada...
Es hora de continuar trabajando en pos de la paz y de la preservación de nuestra flora y de nuestra fauna, estemos donde estemos, para construir otro mundo, cuya tierra sea la base de nuestra existencia y no, el mero depósito de la sangre derramada por las municiones y por el hambre.
Javier Sanz
16/10/06
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