Se termina el 2005. Con alegrías y con tristezas, con mejorías y con varias pérdidas pero con el alma encendida que pretende nuevas ocasiones para dar luz a nuestra vida.
A la experiencia vivida comienza a sumarse la expectativa de otras que nos ayuden a comprender nuestro presente para construir nuestro futuro. También nuestro recuerdo de los mejores momentos del pasado, como alimento indispensable de nuestro corazón y de nuestra alma para que puedan seguir viviendo sin otros contratiempos.
Se va un año más, hemos ganado ese tiempo contra la muralla sostenida por los que pretenden hacer añicos este mundo. Y esto es mucho más valioso, porque significa que hemos vivido a pesar de sus mil y un intentos, los que transportan la destrucción y la muerte a pasos agigantados.
Pero nos queda, sin dudas, en ese rincón escondido y vaya a saber donde, el sabor de la esperanza y el calor de la lucha sin fronteras y con armas diversas frente a las garras que amenazan nuestra existencia. Hemos de proseguir nuestro camino para reconstruir aquello que fue destrozado por la inquina de unos pocos y ayudar a los que, por esas vueltas del destino, han caído en las profundidades más sórdidas que podamos imaginar entre la pobreza y la indigencia, entre la enfermedad y la muerte...
De finales y de comienzos. De balances concretos y de planes soñados y pensados para activar nuestras sensaciones olvidadas y nuestras acciones impensadas en pos de otro mundo sin carencias, que merezca ser vivido sin tantas urgencias.
Brindemos, y no es poca cosa hacerlo, porque vamos caminando hacia otro tiempo. Vamos a intentar una nueva experiencia: la de reconstruirnos para derrotar la indiferencia solapada y encontrar nuestra presencia perdida. Se trata, una vez más, de no morir en el intento sino de morir intentando ante las vallas impuestas por los cóndores sin alas que moran en nuestro firmamento.
Un nuevo año va a comenzar y con él, mediante el alimento de la amistad y del amor, transitaremos una nueva etapa de reencuentros con nuestro ser y con los demás. Caminemos juntos y entonces, tal vez, habremos encontrado la mitad de las soluciones posibles a los problemas que nos acosan y ayudaremos a reconstruir otros mundos que también están extraviados gracias al desconocimiento de lo que es importante y de lo que realmente vale.
Feliz 2006 para todos, es el ferviente deseo para todas y para todos ustedes, en la esperanza de otro mundo que merezca ser vivido por nosotros, para nuestros hijos y para nuestros nietos. Desde luego, no es poca cosa... ¿ no les parece ?.
Javier Sanz
31 / 12 / 05
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